domingo, 15 de septiembre de 2013

Eduardo Mendoza - La ciudad de los prodigios

Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943) está considerado por la crítica y por los lectores como uno de los mejores escritores de nuestro tiempo, que se dio a conocer con La verdad sobre el caso Savolta (1975), una espléndida novela a la que siguieron títulos como El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas y Sin noticias de Gurb, en una amplia gama de registros que van desde la comicidad más disparatada hasta la crítica más mordaz del mundo que nos rodea. La novela de la que voy a hablaros es sin duda una espada de doble filo según se lea.

La ciudad de los prodigios (1986) recupera la historia de aquella Barcelona en construcción que entre 1888 y 1929 vivió dos Exposiciones Universales, y con ella el cambio de siglo y todos sus acontecimientos que afectaron de manera significativa al transcurso de la Historia de España. Onofre Bouvila, su protagonista, llega a una pensión de la ciudad cuando todavía es un muchacho procedente de la Barcelona agreste. Viene en busca de un empleo y muy pronto se verá envuelto en el reparto de folletos anarquistas, actividad clandestina que será el comienzo de un desarrollo de su condición a la manera de las novelas picarescas. De este modo escalará puestos en la sociedad hasta convertirse en un personaje poderoso entre la sociedad barcelonesa, de quien todos comentan la manera en que llegó a hacerse millonario. Levantará la industria del cine al mismo tiempo que jugará sucio con la especulación inmobiliaria para hacerse con el mayor poder financiero y será respetado por unos, temido por otros, querido a veces por las mujeres. 

La materia picaresca de esta novela sirve de punto de partida para la evolución de su personaje principal. Sumido ante diferentes amos en un principio, Onofre Bouvila se convertirá en el tirano carente de escrúpulos que manda a sus súbditos a hacer las mayores atrocidades con tal de lograr sus objetivos. Visto desde otra manera, este crecimiento puede entenderse como un declive de su moral, muy propio también de la picaresca, pero en especial —para la actualidad de la novela— del mundo capitalista. Onofre pasa de ser un niño inocente enamorado de una jovencita de la pensión a convertirse en un magnate al que ciega el dinero.

El telón de fondo de esta historia a ratos desternillante, las más de las veces cruel y tierna en contadas ocasiones, lo constituyen los avances de la Historia de España, la pérdida de las colonias, el cambio de siglo, la Primera Guerra Mundial y la dictadura de Primo de Rivera, con las dos Exposiciones Universales de Barcelona como punto de partida y de llegada. Por si fuera poco, en el transcurso de la novela también se da voz a personajes reales como Mata Hari o Rasputín.  

En consecuencia, estamos ante una novela histórica que no cumple los patrones del género, una novela picaresca actualizada, una crítica al poder, la corrupción y la ambición de los magnates. Una de las mejores novelas de Eduardo Mendoza, que hay que leer con sosiego para aprovechar cada secuencia como una lección. 

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